Maíz: informe sobre ensayo de evaluación de chinche marrón

Durante la campaña maicera 2011–2012 se llevó a cabo en la Estación Experimental del INTA Marcos Juárez un ensayo para identificar la relación entre los daños provocados por Dichelops furcatus en implantación y el rendimiento de las plantas afectadas.

Una transformación de gran magnitud, como la experimentada en nuestra agricultura debería responder a un proceso razonado, apoyado por conocimiento y manejo tecnológico adecuado de cada componente del sistema de producción. En este contexto, el cultivo de maíz surge como un componente que, integrado a otros, tiene una contribución sustancial al funcionamiento y mantenimiento de la calidad de los recursos y potencial productivo de nuestros suelos. (Satorre, 2002) Uno de los pilares fundamentales en que se apoya el cultivo de maíz y que por ende influye directamente en los rendimientos logrados, es el control de plagas. El conocimiento de la dinámica población de estas plagas, resulta fundamental a la hora de determinar una estrategia de control que evite el incremento de la brecha existente entre rendimientos potenciales y rendimientos reales. En maíz, los mecanismos de compensación de tamaño de área foliar por planta son muy limitados, es por eso que resulta fundamental lograr una densidad de plantas que garanticen un aprovechamiento del 95% de la radiación incidente. Densidades por encima de las óptimas, no redundaran en un aumento de rendimiento, sino que por el contrario, determinaran una disminución en el peso individual de las mismas. Por este motivo, debe hacerse hincapié en un eficiente control de plagas de aparición tempranas que pudieran afectar directamente en el stand de plantas. La siembra directa (S.D) continúa su difusión en las principales zonas agrícolas de la Argentina en función de sus múltiples beneficios y ventajas comparativas respecto a otros sistemas de cultivo basados en la remoción y el laboreo del suelo. Sin embargo, la presencia de residuos vegetales y la estabilidad del suelo cambian las características físico químicas del suelo como así también numerosos parámetros biológicos favoreciendo la presencia de insectos y otros organismos asociados al suelo, muchos de los cuales son dañinos al cultivo que allí se implantan ( Aragón, 2002). En la campaña 2001-2002 la chinche marrón, Dichelops furcatus ha provocado daños que han alcanzado hasta el 30% de las plantas jóvenes de maíz en varias localidades en el centro de Córdoba (La Carlota, Rio Cuarto, Hernando). Las plántulas de maíz atacadas por chinches presentan luego del ataque síntomas muy característicos, como un crecimiento anormal de las hojas y perforaciones simétricas. Estas presentan bordes amarillentos (diferentes a los que provocan los insectos masticadores), se originan por la introducción de toxinas cuando el insecto se alimenta con sus estiletes bucales en las hojas pequeñas y aun envainadas del maíz. El ataque de chinches en maíz joven, puede producir la aparición de macollos que afectan el posterior desarrollo del tallo principal (Aragón, 2002). Hasta fines de la década del 1990 el nivel de plantas de maíz atacadas por Dichelops furcatus en el Este de Córdoba no superaba 2-3% de plantas, situación que está en relación a su reducida abundancia en relación a las otras especies del complejo que ataca a las hojas (hasta 5-10%). Durante el inicio de la campaña 2001-2002 en varias localidades en centro y centro sur de córdobase observaron daños por chinches en niveles de hasta 30%. Los lotes más afectados tenían rastrojo de soja debajo del cual las chinches Dichelops furcatus se refugiaban durante los meses de invierno. (Aragón, 2002) En la campaña 2007-2008, se reportaron lotes con daños de diferente intensidad causado por Dichelops furcatus en el cultivo de maíz. (Flores, 2007) En las regiones norte y Oeste del estado de Paraná, Brasil, las mayores poblaciones de Dichelops melacanthus fueron encontradas en áreas infestadas con una maleza trepadora (Commelina benghalensis L.) y también en áreas donde hubo pérdidas de granos de soja durante la cosecha. Esta maleza sirve como alimento y refugio para las chinches (Cruz y Bianco, 2001). Los mismos autores indican que las pulverizaciones deben ser iniciadas en los primeros días post emergencia de las plantas, dado que cuando la medida de control es tardía, por más que se eliminen los insectos, no se impiden los daños, porque la toxina que le insecto inyecta en la planta durante el proceso de alimentación ya fue introducida en la planta.