Criterios a tener en cuenta en la implantación de alfalfa
El suelo para alfalfa debe tener un mínimo de 90 centímetros de profundidad, sin limitantes a la penetración o desarrollo de raíces.
Al momento de elegir el suelo para sembrar alfalfa, el mismo debe ser profundo, sin compactaciones superficiales, bien aireado y con buen drenaje, sin problemas de hidromorfismo. En un suelo con el perfil saturado de agua por 7 días, las mismas raíces de la planta producen toxinas que la matan. El suelo para alfalfa debe tener un mínimo de 90 cm de profundidad sin limitantes a la penetración o desarrollo de raíces. En cuanto al pH del suelo, la alfalfa se desarrolla mejor en suelos con pH neutro a ligeramente alcalino (ó. 5-7. 5), en los cuales es menor el desarrollo de patógenos y se favorece la nodulación por actividad de bacterias fijadoras de Nitrógeno. Otro aspecto a tener en cuenta es la cama de siembra. La correcta preparación de la operación de siembra, condiciona en un 50% el éxito en el logro del alfalfar. La cama de siembra ideal debe ser firme y correctamente refinada, ni en exceso (camas muy pulverizadas tienen mayor tendencia a plancharse con la lluvia), ni en defecto (camas “cascotudas” dejan cámaras de aire o bloques grandes de tierra que dificultan la correcta germinación y emergencia de las plántulas). Por otra parte, la elección de la variedad es de suma importancia, ya que mediante este elemento estamos compensando por medio del mejoramiento genético los problemas patógenos y plagas (pulgones en particular) que se den en cada región. Actualmente se cuenta con mucha información respecto a la tolerancia o resistencia de las diferentes variedades comerciales a los patógenos y pulgones más comunes. Por último, hay que ser sumamente cuidadosos con la fertilidad del suelo. La planta de alfalfa toma el 75% de los nutrientes de los primeros 5-25 cm de suelo, y el 25% restante de mayor profundidad. En virtud de esto, es importante tener en cuenta algunos datos. Una tonelada de heno de alfalfa extrae del suelo: 30-40 kgs/ha de Nitrógeno; 25-30 kgs/ha de Potasio; 2,5-6 kgs/ha de Fósforo; 2,5-5 kgs/ha de Azufre; 2,7-4 kgs/ha de Magnesio; 0,3-0,5 kg/ha de Boro. La fertilización más común en la región pampeana es con fósforo como elemento arrancador para las leguminosas de la pradera. La fertilización con Nitrógeno tiene por lo general un efecto depresor de la nodulación y fijación simbiótica de Nitrógeno. La deficiencia de azufre reduce la nodulación de la alfalfa, disminuye el rendimiento y la persistencia de las plantas. Para que una alfalfa produzca 10.000 kg de materia seca por año necesita: 150 kg/ha/año de Super Fosfato Triple (SPT) y 100 kg/ha/año de yeso. Estos niveles de fertilización, sumado a un buen manejo, nos pueden aumentar entre 2000 a 3000 kg/ha más de materia seca por año. Otro dato importante: una alfalfa de 10.000 kg materia seca/ha/año demanda la misma cantidad de fertilizante que un doble cultivo trigo/soja con un rendimiento promedio de 3.500 kg/ha cada uno. Necesita como mínimo 30 ppm (partes por millón) de fósforo (P). Para concluir con este tema, lo primero que habría que hacer desde el punto de vista de la fertilización del suelo, antes de sembrar una alfalfa, es tener un buen diagnóstico de los niveles de nutrientes del suelo. Ese diagnóstico lo otorga un buen análisis del suelo. De esta manera se puede conocer qué niveles de nutrientes tiene el suelo al momento de la siembra, y, conociendo los requerimientos de este cultivo, se podrá calcular la cantidad a aplicar de fertilizante para alcanzar la producción deseada. Si el manejo es el adecuado, y se realiza la fertilización adecuada en condiciones climáticas normales, una alfalfa en esta zona debería durar entre 3 a 4 años. Niveles de malezas El problema de las malezas es crítico en el momento de implantación de la pradera. Niveles altos de malezas al momento de la siembra generan nacimientos desuniformes. Las malezas perennes, particularmente el gramón (Cynodon dactylon), puede presentarse tanto como un problema a la implantación, así como una consecuencia de sobrepastoreo de la pradera. En ambos casos su incidencia constituye un serio factor de competencia para el alfalfar, siendo necesario su control. A modo de conclusión, queda claro que si se cuenta con una buena provisión de humedad en el perfil edáfico en el momento de la siembra; si se usa semilla de buena calidad; si se utiliza una sembradora adecuada; si se logra un buen control de las malezas; si se efectúa un correcto primer pastoreo; y si se pone especial cuidado durante el primer verano luego de emergida; se puede lograr una pastura productiva. Esto permitirá anticipar la entrada en producción de potreros para pastoreo, y mejorar de esta manera la oferta de forraje en la primavera y en el verano.