A la luz de la semilla
La industria mundial de semillas, que ocupa una posición estratégica en el inicio de la cadena agrícola, está en plena transformación. Hace pocas semanas, Clarín Rural contó, desde EE.UU., las posibilidades y planes de los semilleros argentinos en este país. Luego, reveló cómo ven el fenómeno distintos actores del sector, como consultores, multiplicadores de semillas, vendedores directos y hasta licenciadores de genética. Ahora, es el turno de escuchar, desde el mismo corazón del Medio Oeste norteamericano, qué piensa una gran compañía de ese país, Dow, que con su división de AgroSciences quiere ser protagonista de estos tiempos de cambio.
Indianápolis, una prolija ciudad de un millón de habitantes, alberga a su sede mundial. Allí trabaja el argentino Rolando Meninato, que lidera el área de semillas y biotecnología de la compañía. En un clima ya otoñal, que acompaña el avance de las cosechadoras por los golpeados cultivos de la región, el ejecutivo brinda una primera y clara definición: “Queremos ser reconocidos como una compañía de semillas líder”.
Meninato, que trabaja en Indianápolis desde comienzos de este año, sostiene que la industria se está redefiniendo, con un interés por los agroquímicos que se mantiene pero con un mayor interés por la semilla. “Los agroquímicos quedarán básicamente concentrados en Basf y Bayer, luego Dow y Syngenta y, finalmente, algo de Dupont; el resto se enfocará cada vez más, y nosotros también, en biotecnología”.
Para sostener este análisis, el ejecutivo brinda un dato: ya crece más el mercado de semillas que el de agroquímicos y afirma que eso seguirá sucediendo “porque en la semilla está la solución”. De todas formas, aclara a qué se refiere: “Una parte de esto son los transgénicos, pero también tiene mucho que ver el germoplasma”.
Esas palabras caen como anillo al dedo para vincular la transformación mundial de la industria semillera con la situación en la Argentina, ya que nuestro país tiene empresas reconocidas mundialmente por su germoplasma, que hoy parece ser un vehículo estratégico para la difusión de los eventos que logran generar los científicos dedicados a la biotecnología. Está claro: sin semilla, no hay donde poner esos descubrimientos.
Ante la consulta periodística, Meninato lo dice con todas las letras: “Nos encantaría comprar semilleros en Argentina y estamos siempre activos. Nidera y DonMario son muy atractivos, pero no están en venta. Después, no hay mucho más”, lanzó.
El negocio de semillas y biotecnología a nivel global es liderado por Monsanto, que en 2011 tuvo una facturación de 9.000 millones de dólares (la duplicó en 5 años), luego viene Dupont (dueño de Pioneer) con 6.200 millones y tercero está Syngenta con 3.185 millones, mientras que Dow terminó séptima, con 1.074 millones, pero fue la que más creció con respecto al año anterior.
Tony Klemm, especialista en semillas, biotecnología y aceites de Dow AgroSciences, lo describe claramente. Dice que “el negocio de la biotecnología aún es adolescente, porque lleva poco tiempo, desde que comenzó a despegar en los 90; por eso, todavía tiene mucho para crecer”. Tras ese diagnóstico, afirma que la suya es “una de las pocas multinacionales que está invirtiendo fuerte en las dos plataformas: semillas o biotecnología y, a la vez, en agroquímicos”. Y considera que eso será una ventaja en un mercado cada vez más competitivo.
Otro que se suma en esta línea es Fernando Segovia, líder del negocio de agroquímicos de la empresa, quien especificó que en este mercado, a nivel mundial, el segmento que más crece es el vinculado a las semillas con biotecnología. En cifras, se expandió un 21,9% en 2011 por sobre el 2010. Es decir, 50% más que el promedio general del segmento. Por eso, ratifica Segovia, “la estrategia es jugar tanto en semillas como en agroquímicos”.
En esa competencia, la soja ya está teniendo un rol muy importante. Por eso, aunque hoy cuenta con su pata fuerte en el maíz, la compañía se meterá en la oleaginosa, y lo hará también en la Argentina, donde la aprobación reciente de la Intacta RR2YBt, de Monsanto, seguramente sumará nuevos jugadores de envergadura al mercado nacional.
Pero el juego ya comenzó en EE.UU., donde los de Indianápolis ya compraron tres compañías de semillas de soja, para poner sobre ellas la biotecnología que están desarrollando, según comentó Adrián Mel, otro argentino que llegó aquí hace pocos meses, durante el 2011, y se dedica a pensar la estrategia de la empresa en este cultivo para los próximos 10 o 12 años.
¿Qué se viene, entonces, en soja? El lanzamiento más fuerte de la compañía en el futuro cercano serán las variedades Enlist, resistentes a 2,4D, además de a glifosato y glufosinato de amonio, que permitirán enfrentar con más opciones el problema de las malezas resistentes, muy fuerte en EE.UU. y que comienza a serlo cada vez más en la Argentina.
Meninato lo resume en dos líneas: “Los nuevos desafíos, como las malezas, requieren nuevas soluciones. Y todos las buscamos. En EE.UU., Monsanto, por ejemplo, viene con sojas resistentes a glifosato más Dicamba y nosotros apuntamos a las Enlist”.
¿Por qué es tan atractivo el mercado de semilla de soja? Porque es el segundo en importancia a nivel mundial (primero está el maíz) y movió el año pasado 5.500 millones de dólares. Además, según las proyecciones que mostró Mel, para el 2025 creen que estará en 12.300 millones de dólares. Ah… un dato más: el mayor mercado de soja es la dinámica América Latina, con Brasil y Argentina a la cabeza, mientras que en EE.UU. la demanda está muy estable. Entre ellos suman el 80% de la superficie sojera global.
La oleaginosa, y todo lo nuevo que se viene en el cultivo, claramente hace que los semilleros tengan que tener una nueva mirada sobre la soja en la Argentina. Por eso, Jorge Parizzia, director de Marketing de Dow para el Cono Sur, lo dice claramente: “Nos vamos a meter en el negocio de soja en nuestro país, porque si tenemos eventos, tenemos que tener donde ponerlos. Las compras que hicimos en EE.UU. de empresas con buen germoplasma creo que abren una interesante posibilidad”.
Para Parizzia, la ecuación es sencilla, y también el cambio. “Eramos fuertes en químicos pero queremos serlo también en semillas. Ya con Hérculex (resistente a diatraea y gusano cogollero) en maíz en el norte, y ahora con Powercore (con cinco genes apilados de resistencia a glifosato, glufosinato de amonio y plagas que atacan la raíz y la parte aérea), también pisamos cada vez más fuerte en el cereal”.
En soja, según el ejecutivo, los tiempos son muy cortos y algo parecido sucederá en maíz (en 2014 podrían lanzar el maíz con 8 genes apilados, llamado SmartStax). Además, se viene un girasol para producir un aceite con grasas no saturadas (mejor que el oleico) para su uso en la industria de la alimentación. En esta línea -indica Parizzia-, las sojas Enlist llegarían en 2015, para luego introducir la misma tecnología en maíz.
Está claro: la carrera está por comenzar.